En el año 2011, el Musée National des Beaux-Arts du Québec acogió la exposición Ying Gao: Art, Fashion and Technology. Ese fue el momento preciso en el que el nombre y apellido de esta diseñadora de Montreal saltó a la palestra del interés público… Y lo hizo con una docena de vestidos robóticos (a los que ella prefiere llamar vestidos autónomos) cuyas construcciones inspiradas en el origami parecían respirar reaccionando a la presencia de los espectadores. En 2013, de hecho, Gao fue un poco más allá creando un par de vestidos repletos de filamentos luminosos similares a los de las medusas que, gracias al uso de microcámaras especializadas en reconocimiento ocular, detectaban si alguien los estaba mirando y entonces se movían de forma sinuosa e hipnótica.
LOS VESTIDOS ROBÓTICOS DE YING GAO
Ropa que reacciona a las huellas dactilares, a la mirada humana o incluso a los cambios de luz del ambiente... El mundo de Ying Gao está repleto de todos estos vestidos que son mucho más que vestidos: son una expresión directa de la personalidad de quien los viste.
El imaginario de Ying Gao ya parecía totalmente definido por aquel entonces: el interés de esta artista y diseñadora canadiense se centra en usar la tecnología para llevar hacia el mundo real esa idea que siempre hemos tenido todos de que la ropa, al fin y al cabo, no son solo pedazos de tela… Sino que es una expresión directa de nuestra propia personalidad y de cómo interactuamos con el entorno. Algo que ya quedó absolutamente fijado en el año 2017, cuando Gao presentó The Possible Tomorrow, una serie de vestidos que se retorcían sobre sí mismos cuando alguien los tocaba por primera vez. Pero solo por primera vez. El truco era el siguiente: toda la superficie de la ropa estaba repleta de sensores que analizaban las huellas dactilares de quien los tocaba. La primera vez, las detectaba como algo extraño y, por lo tanto, reaccionaba. Pero también guardaba en memoria esa huella y, si volvía a encontrarla, ya no reaccionaba… De forma similar a como nosotros mismos dejamos caer nuestras barreras emocionales cuando ya conocemos a alguien.
De esta forma, llegamos al presente. Año 2019. Ying Gao acaba de presentar su nuevo proyecto Flowing Water, Standing Time. Una nueva colección de vestidos autónomos que vuelven a usar sensores, pero esta vez para mucho más que reconocer a gente a su alrededor: en esta ocasión, la idea es que los vestidos reaccionen tanto a las personas como a la luz y los colores de su entorno. El cuerpo humano ha dejado de ser el corazón de la obra de esta artista, que ahora va más allá y se inspira en la obra del neurólogo Oliver Sacks en torno a su paciente Jimmy G , un ex-marine cuyo trauma le hacía revertir hacia su propio yo de 19 años de forma intermitente. Una metáfora de la metamorfosis extrema a la que puede llegar la personalidad humana… Y la constatación de que puede que los vestidos de Gao no estén pensados para ser vestidos en la calle, pero dicen de nosotros mucho más que los de la mayor parte de los diseñadores actuales.